En
vísperas de año nuevo del 2012, cuando todavía trabajaba para la
aerolínea del Oriente Medio, me asignaron un vuelo a Singapur. Sin mucha
esperanza ni expectativas, como solía sucederme con los destinos del
Asia más au naturel, salí de paseo por la ciudad para intentar
encontrar por mis propios medios algo de esa fascinación que tenían mis
entonces colegas con ese destino en particular.
Por
estrechez mental o por simple carencia de afinidad no pude darme el
gusto de disfrutar la geografía como me lo había propuesto.
Caminé...muchísimo! Anduve por parques, calles, callecitas, templos,
blah, blah, blah. En uno de los tantos stop para la foto me topé con una
galería que albergaba a varios comercios, uno seguido de otro, en la
que había, principalmente, casas de comida.
Fiel a mi genio
afectado por la infatuación con lo italiano y sus derivados di con un
restorancito que tenía la vidriera repleta de productos típicos del país
de la bota: pasta, aceite de oliva, algunos cuadros y
discos de vinilo, panes, vinos, café y hasta lemoncello. Me apresté a
tomar la foto, pero se me interrumpió la misión por alguien que me
hablaba. Corto el reproductor para escucharla. Era una italiana que
salió del salón para preguntarme si quería pasar, si ya conocía, que de
dónde era y que sepa que estaban preparándose para el festejo de la
noche.
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Un verdadero hallazgo. Surfeando la web apareció esta fotica de la fachada del lugar. |
Lamentándome por haber ya almorzado minutos antes, charlamos. Le hablé de mi plan de irme a Italia a
estudiar pastelería en una escuela de Roma que me habían recomendado.
Tuvo la delicada gentileza de permitirse sugerirme otra escuela en Parma
(ellos eran de ahí, me dijo) que tenía su renombre. '
Alma, se llama...', dijo.
Prendió la compu, me mostró el sitio, me dio los datos, me encomendó
revisar la web de nuevo cuando estuviera de regreso en Dubai. Llegó el
marido, le comentó de mi plan y su (ahora lo sé) reciente cambio de rumbo. Marido
asintió con fervor. Cruzamos algunas palabras más, nos despedimos y ya.
Nunca más me comuniqué.
En abril de 2012 fui a conocer la
escuela. Un año más tarde, en abril de 2013, estoy de nuevo en la escuela, pero esta vez
no para conocerla, sino para vivirla.
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Alma - La Scuola Internazionale di Cucina Italiana |
Ha sido un largo
camino de subidas y bajadas, quilombos cambiarios y demases
contratiempos (Madre mía lo que costó ese visado!), pero he llegado.
Horas culo en uno y otro avión, combinaciones de aeropuerto y la magia de hacer encajar todo lo que quise traer en una valija. A los aviones le siguieron los trenes, incluyendo el perder la estación en la que tenía que bajar y alargar la espera en una tarde de lluvia y bastante gris. De cualquier manera, aquí voy y así voy.
A horas del primer día de clases me encuentro practicando mi presentación, en voz alta, varias veces, y de nuevo, y de nuevo, y de nuevo...Pensando en quiénes serán esos con los que me acodaré en lo venidero, de qué países vendrán y con qué expectativas y qué colores pinta el futuro para mí.
Este blog, sus textos e imágenes,
tienen como propósito estrechar carriles para permitir compartir con los
que me quieren y me acompañan, esta experiencia que se inicia hoy y que
se termina quién sabe cuándo. Espero estar a la altura de las
circunstancias, poder plasmar los detalles y las capturas que generen
una idea más acabada de esta escena.
Gracias, gracias infinitas por acercame a estos momentos que te tocan vivir. Qué daría por acompañarte, por esperarte ansiosa a la salida de la escuela para que me cuentes con lujo de detalles cómo fue tu día. Qué placer tan grande. Te quiero.
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